Desde que tengo uso de razón me llamaron la atención los talleres y la capacidad que tenían de desconectarte.
He tomado muchísimos cursos de cerámica, telar, macramé entre otros. Y me he inscrito a más porque me encanta. Porque lo tiene todo, sí un todo. No es solo el hecho de conectarse con algo que en verdad te llama la atención y encuentras bello, sino también conectarte con la persona que ama el arte, esa que te inspira, esa persona que antes de hacer el taller ya sabes que te va a gustar.
Al estar en tanto taller repartido por todo Santiago me di cuenta de lo lindo que sería un taller en conjunto en donde distintos artistas y artesanos dispuestos a compartir lo que saben se reúnan en un mismo lugar. Porque nos falta arte, nos falta ocio. Porque realmente crear con las manos o simplemente compartir lo tenemos olvidado.
Todas las profesoras que me enseñaron, que compartieron anécdotas y algunas que compartían un poco de su hogar se transformaron en amigas, en maestras y en fuentes de inspiración. Me han acompañado en mis ideas locas, aconsejándome y haciéndome saber que el proyecto era especial.
En el 2019 arrendamos un galpón en Ñuñoa que iba a ser la bodega de Trenzaduría , El espacio era enorme y tenía unas antiguas oficinas en donde se podría hacer algo. Lo decoramos para tener una sala de talleres. Siempre con las ganas de compartir y crear
